Como aperitivo o después de un graso asado de cerdo. Como remedio para el frío invernal o el calor estival: los húngaros siempre encuentran una oportunidad para sus cuatro centilitros de pálinka.
Los aguardientes de frutas son especialmente populares entre los magiares y, desde la abolición del monopolio del brandy en 2010, se producen cada vez más en pequeñas destilerías locales.

Esto a veces da lugar a especialidades creativas: De endrinas, bayas de serbal, membrillos o moras.
En Gyulai, en la frontera con Rumanía, se pueden degustar tanto estas variedades como las tradicionales en la fiesta anual del Pálinka, en abril.

El ingenioso recorrido de descubrimiento se enmarca en un programa musical de varios días con grupos musicales de renombre.
Los visitantes pueden visitar una de las fábricas de aguardiente de Gyula o hacer una excursión a la legendaria Puszta húngara.