La sal de Piran es una sal marina tradicional, sin moler ni refinar, de la máxima calidad. La sal ya se cosechaba hace 700 años en la costa eslovena, donde el río Dragonja desemboca en el mar.
Del 24 de abril, día de San Jorge, al 24 de agosto, día de San Bartolomé, unas 500 familias vivían en sencillas cabañas en las salinas, recogiendo día tras día los finos cristales de sal que flotaban en la superficie de los lagos salados: La preciada Sal de Fleur.

La alta calidad de la sal se debía y se sigue debiendo a un alga que crece en el fondo de los estanques de sal. La planta impide que la sal, el barro y la arcilla se mezclen.
Esto hace que la sal marina de Piran sea especialmente pura y de un blanco brillante, y que su sabor sea mucho más suave que el de otros tipos de alta calidad.

La extracción de sal, a la que los habitantes de Piran deben su relativa prosperidad, se conmemora cada año con un festival.
El último fin de semana de abril, día de San Jorge, se celebran misas y procesiones en la ciudad salinera en honor del santo patrón. Los baños termales ofrecen tratamientos especiales con sal y los barcos navegan hasta las salinas.