Desde que los españoles trajeron la guindilla a Europa en el siglo XVI, esta planta picante ha sido protagonista de la cocina calabresa.
Condimenta la nduja, un embutido picante elaborado con grasa de cerdo, aromatiza el aceite de oliva e incluso da el toque justo al chocolate.

A principios de septiembre, los habitantes de Diamante, en la costa occidental de Calabria, decoran su ciudad con guirnaldas de guindillas.
Las brillantes guirnaldas rojas cuelgan de los balcones y apenas hay una tienda que no decore sus escaparates con las atractivas vainas.

El paseo fluvial se convierte en un mercado y sala de degustación de guindillas, con una enorme oferta: se pueden admirar más de 150 variedades diferentes de guindillas.
Todas se pueden degustar y muchas se pueden comprar como plantas o semillas.

Hay especialidades de embutidos y carnes picantes, pastas e incluso vino aromatizado con guindilla. Uno de los platos fuertes del evento es el campeonato italiano de comer guindillas.

Una docena de participantes compiten con los espectadores para ver quién es capaz de meter con una cuchara la mayor cantidad de guindillas infernalmente picantes en 30 minutos.
El récord está actualmente en 1.030 gramos, establecido en 2020 por Arturo Rencricca.