Callejuelas estrechas, tejados inclinados, torres medievales: en San Marco dei Cavoti, en la provincia de Benevento, Campania, a casi 700 metros de altitud, el tiempo parece haberse detenido.
Especialmente en invierno, cuando la nieve cae sobre los adoquines, el bonito pueblo de montaña irradia una calma apacible, sólo interrumpida por la gran fiesta de la ciudad, la Festa del Torrone e del Croccanti.

Los dulces, populares en toda Italia en Navidad, son una especialidad del pueblo: en 1891, el pastelero local Innocent Borillo combinó almendras, avellanas tostadas y azúcar y las recubrió con un fino glaseado de chocolate.
Hoy en día, hay nueve pasteleros en San Marco dei Cavoti que siguen practicando este oficio a la manera tradicional y elaboran turrones, queques, guirlaches y muchas otras delicias dulces.

En vísperas de Navidad, a principios de diciembre, cientos de visitantes acuden en masa a esta comunidad de 3.000 almas, atraídos por el dulce olor a miel y almendras que recorre las calles desde los numerosos puestos de degustación.
Hay un mercado navideño con productos artesanos, show cooking, música en directo y un desfile festivo, espectáculos callejeros y pasacalles. Slow Food ofrece información sobre los productos locales y los restaurantes muestran las delicias que se pueden hacer con ellos en la cocina de la "Piazza Gastronomica".

El momento culminante del acontecimiento es la partición del crocacantino gigante en Via Roma.
El bloque de 30 metros de largo y 80 centímetros de ancho se cubre cuidadosamente de chocolate y, a continuación, los maestros pasteleros lo parten en mil pedazos con una espátula y un martillo y los distribuyen entre los visitantes que esperan.
Por cierto, la fiesta del turrón y el quebradizo de San Marco dei Cavoti no es la única en Italia: Cremona -la antigua ciudad episcopal de la orilla izquierda del Po, en Lombardía- celebra su Festa del Torrone un mes antes: en la penúltima semana de noviembre.