A finales de enero, los viticultores de Borgoña se reúnen en una gran procesión para agradecer a San Vicente la cosecha anterior y pedir su protección para la próxima.

La fiesta, cuyas raíces se remontan a la Edad Media, se celebra cada año en un pueblo distinto.
Tradicionalmente, el evento comienza con la procesión matinal de las 90 sociedades vitivinícolas de San Vicente, que termina con una misa en la iglesia del pueblo.

A continuación, se rinde homenaje en el escenario al viticultor más antiguo de la cofradía y se abren las bodegas de los viticultores locales para visitas y degustaciones.
Cada año, los vinos de una denominación de origen diferente son los protagonistas.

Hay degustaciones de diversos zumos de uva para los niños y delicias de Borgoña para los gourmets.
Y en el Parc de la Mairie, varias bandas tocan en directo para los invitados.
40.000 visitantes.