"Aquí es donde Alemania empieza a convertirse en Italia", se dice que exclamó encantado el emperador José II durante una escala en la carretera de montaña de Hesse.
Las crestas boscosas de las montañas, que protegen de los fríos vientos del norte y del este, unas 1.600 horas de sol al año y una temperatura media anual permiten que los almendros, cerezos y albaricoques florezcan en las laderas del Odenwald ya en marzo. El clima también es ideal para el vino. Se ha demostrado que fue cosechado por primera vez cerca de Heppenheim en torno al año 773, por los monjes del cercano monasterio de Lorsch.

La ciudad del distrito altomedieval, con sus 408 monumentos catalogados, es también el escenario de una de las fiestas del vino más bellas de la región: el Mercado del Vino de la Bergstrasse.
En la plaza del mercado, con su ayuntamiento rojo, la fuente de Marienbrunnen y el conjunto de entramados de madera, sólo se sirven vinos y espumosos de las 435 hectáreas de la región vinícola de la Hessische Bergstrasse en 35 bares. Y en los puestos hay especialidades regionales como Riwwelkuche y Bohnesupp.

Catas públicas de vino y premios de la cooperativa de viticultores, un torneo de tiro al palo, un concurso de talentos juveniles y la coronación de la Reina del Vino de la Bergstrasse forman parte del variado programa, al igual que las actuaciones de bandas de música, grupos de rock y pop, músicos de jazz, cantantes pop y DJ.