En la ciudad del mismo nombre, el noble brandy es omnipresente: el aroma de 21 millones de botellas de coñac que se evaporan durante el proceso de envejecimiento llena el aire.
La parte de los ángeles, como dicen los destiladores. Y un hongo negro -Torula cognaciensis- se adhiere a las fachadas, prosperando allí donde se evapora el alcohol.

Por supuesto, también se pueden visitar innumerables bodegas, lugares de producción y venta en Cognac y sus alrededores, un museo del Cognac... y el Festival del Cognac, que se celebra anualmente a finales de julio.
Es entonces cuando los organizadores instalan un escenario y puestos de degustación en el Quai de la Salle Verte, que se iluminan festivamente por la noche.

No sólo hay coñac para saborear, puro o como cóctel, sino también vino de la región de Charente y Pineau des Charentes, un licor elaborado con mosto de uva sin fermentar y coñac.
El disfrute se acompaña de pequeños manjares como ostras, queso o melones con Pineau des Charentes y jamón.
También actúan grupos de música en directo todas las noches.